Llegué a las entrañas de mi alma,
ligera de equipaje.
Mis pisadas no llegaban al ocaso de la ciudad,
cabalgaba entre sauces,
lloraba, reía,
pero no era yo.
Cansada de equivocaciones
de amores escondidos
de vida sin aliento, presa del olvido.
Llegué aquí, si aquí,
a un tiempo de vejez de inconsolable pedestal
subida a las alas de la vida.
Aquí, sola
con mis pensamientos,
recuerdos de besos adquiridos
de sombras del pasado
de imagen sin olvido.
Aquí, a la vejez del amor tardío.
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