VersosDelAlma
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Envidia de la felicidad ajena





Matad mi fe de mujer enamorada.
Dejad que la nostalgia habite en mi cueva mortal y vagabunda,
y así, llenaré con mis lágrimas el pozo de esta triste ribera.

Mi alma ardía en sentimientos
y cuando alcanzó el corazón su perfecta morada,
arrancaron de mi boca su nombre de plata.

Fue un suicidio en toda regla.

Amándome como jamás me han amado,
y navegando entre flores de amanecer,
la envidia de una mujer,
forjó la idea cruel de la blasfemia. 

Con palabras maliciosas,
enjambres de avispas se adueñaron de su ser,
volcando sus miedos en ecos de coros de lagartas.
No pudo más
su corazón tan frágil
con toda la maldad de este nido de arañas.

A veces hay cosas extrañas en el amor,
que precisan explicación,
pero el mundo innegablemente
se sumerge en rebaños de máscaras
que desgraciadamente fijan sus ojos
en las conciencias puras.

Partiré lejos, muy lejos.
Lejos de este amor que me atormenta,
allí donde el mar se vuelva peregrino,
y alcance la terrible soledad del olvido.
 

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