Cae la nieve
y en su rostro frío
la luz de la mañana
engendra lazos de
desasosiego.
Se aproxima el tren
al andén de los
desesperados
y su ruido…
inunda los ojos del
viento
de una soledad,
inesperada.
No hay sitio en el
vagón
para las vestiduras
de un solitario
que deambula por los
caminos
desiertos de amor.