Cubiertos de harapos los hijos de la pobreza
atraviesan la vida sin flores empapadas
en sinfonías de senderos cubiertos de árboles
y de armónicas pisadas,
que ven pasar indiferentes
riquezas descontroladas
de personajes de increíbles ostentosidades
que no fijan los ojos en estas personas
cansadas de peregrinar por los caminos
pidiendo a gritos una estrella
que les lleve a soportar el pasar de tal calvario.
Ni una palabra de consuelo,
de estos hombres de inconcebibles grandezas,
sólo llevan el carruaje cubierto, y al contemplar ese abismo,
no quieren mirar hacia atrás
no vaya a ser que les coja sin previo aviso
la cruel realidad de los hijos del camino.
atraviesan la vida sin flores empapadas
en sinfonías de senderos cubiertos de árboles
y de armónicas pisadas,
que ven pasar indiferentes
riquezas descontroladas
de personajes de increíbles ostentosidades
que no fijan los ojos en estas personas
cansadas de peregrinar por los caminos
pidiendo a gritos una estrella
que les lleve a soportar el pasar de tal calvario.
Ni una palabra de consuelo,
de estos hombres de inconcebibles grandezas,
sólo llevan el carruaje cubierto, y al contemplar ese abismo,
no quieren mirar hacia atrás
no vaya a ser que les coja sin previo aviso
la cruel realidad de los hijos del camino.
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