Cae la nieve
y en su rostro frío
la luz de la mañana
engendra lazos de
desasosiego.
Se aproxima el tren
al andén de los
desesperados
y su ruido…
inunda los ojos del
viento
de una soledad,
inesperada.
No hay sitio en el
vagón
para las vestiduras
de un solitario
que deambula por los
caminos
desiertos de amor.
2 comentarios:
Cuánta razón tienen sus letras Besie, se está viviendo la crueldad de un viaje casi eterno para esos refugiados. Excelente poema.
Un abrazo
Muchas gracias, estimada amiga, Sor Cecilia, por pasar por mis versos, dejando tu generosa, impronta. Un abrazo.
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