Con llanto
en tarde de verano
recibía en mis manos
un ramo de rosas.
Su portador, allí presente
tocaba mis mejillas
mientras decía:
«el otoño está por llegar
y no me queda tiempo».
Las hojas de los árboles
caerán tenues
en suelos dormidos.
Y yo esperaré
que el sueño me ampare
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