Me repito una y otra vez
dónde están las horas aquellas.
¿Te acuerdas?
Allí en la arboleda jugábamos a ser grandes.
Tú besabas mi boca de niña
y yo.. hablaba con mi muñeca de trapo.
¡Dios mío!...
Qué tremendos golpes
nos da la vida…
Ángel del desierto.
Ven… acaricia mi rostro envejecido
mi cuerpo mortificado
en una silla de invierno,
y déjame vivir en la isla de tus sueños.
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