
En la hoguera de las vanidades
dos amantes se enfrentaron
a ver quién era capaz
de apagar la llama al fuego.
Uno quiso mofarse
de lo absurdo del asunto,
pretendiendo alejar la llama
con el fervor de un beso.
El otro, inocente y caprichoso,
se vistió con su mejor traje,
ocultando su figura
detrás de tal pelaje.
Ninguno pudo saber
el final de ese enigma,
pues les encontró la luna
dormidos entre cenizas.
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