Crece el llanto más allá
de los umbrales de la tierra
sin voz.
Calla palabras de huesos
hundidos en la memoria.
Armoniza juegos de azar
para que la sombra no haga herida
en algún semblante de porcelana.
Me arrancaron la semilla
que tenía entre mi abeto.
¡Ya nadie vendrá en mi busca!
Soy ángel de perdición.
He quedado solo…
No tengo nombre
ni nación.
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