Hay lágrimas que temprano llegan,
recorriendo marchitas
los ojos sangrantes.
Pero… ¡Hay de aquel que ose lastimarlas!
¡Hay de aquel que juegue con ellas!
Pues de todos es sabido,
arrancarlas no he podido.
Me refugié entonces
en la soledad más absoluta.
Vistiendo de luto férreo
mi ser ,mis días, mis sueños.
Ya no existía el azul del cielo,
ni el sol, ni la luna, ni los mares
…¡Nada!
Era una agonía fría, doliente,
como la misma muerte
que se aferraba a mí
como una condena.
Estuve así , no sé cuánto tiempo.
De repente…
llegó el amor con su dulce despertar
a caminar por mi vida,
como un infinito sueño,
sereno, mágico…
“Se acercó a mí , llenando mi pecho de tafetán azul
tiñendo mis noches de amapolas silvestres.”
Y esos ojos…esos ojos que no olvidaré jamás,
-los ojos del amanecer-.
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