Me caigo rendida a tus pies,
y me hundo en lo profundo de tus ojos.
El río me lleva por el crepúsculo melancólico,
buscando tu mirada entre la corriente.
Despojándome de toda vestidura
reclamo unos besos en silencio,
trémulo pensar que la mente precipita.
Agotada ya, me refugio en tu cuerpo
percibiendo tus manos sedosas
por el arroyo de mis ansias.
Y al fin, me rescatas de la angustia
de la inercia prolongada.
0 comentarios:
Publicar un comentario